La pandemia ha cambiado muchas cosas y a muy distintos niveles. Desde nuestra manera de trabajar hasta nuestra forma de comprar. Y todos nos hemos planteado cosas en las que nunca antes habíamos pensado.
Un claro ejemplo lo encontramos en nuestra actitud y exigencias como compradores. Estamos siendo testigos de una tendencia que lleva a los consumidores a buscar preferiblemente marcas cada vez más comprometidas con el entorno social y ambiental, y que recurran a productos de cercanía fomentando la economía local. Una realidad social que también impacta en la arquitectura.
Arquitectura corporativa y economía local
Según el último barómetro Maison&Objet, el 88% de los diseñadores de interior, arquitectos y decoradores encuestados aseguran que sus clientes analizan cada vez más el origen de los productos y las materias primas utilizadas para su fabricación.
Según el 60% de los encuestados, esta demanda de los clientes se expresa incluso con más fervor que antes de las crisis del transporte marítimo y la inflación. A la cabeza del trato con los consumidores están los compradores, es decir, los minoristas y prescriptores, que se hacen eco de esta tendencia: el 62% de ellos, frente al 53% de las marcas.
Esta nueva edición del barómetro saca a la luz prácticas y manufacturas que, contrariamente a una idea errónea común, ya están en gran medida arraigadas a nivel local. El 80% de las marcas encuestadas dicen que ya obtienen materias primas en su propio continente, y el 27% completa su abastecimiento utilizando materiales de otras partes del mundo. El 83% de ellos fabrica total o parcialmente su colección y gama de productos en su propio continente.
Beneficios de la relocalización
Es especialmente en términos de imagen proyectada al cliente, trazabilidad, mejor calidad y, por tanto, credibilidad, donde se pueden ver las consecuencias deseables de la relocalización. Para el 71% de las marcas, se trata de reducir su impacto ambiental y, para el 58% de ellas, de volver a valores de orientación social. Para el 53% de ellos, la relocalización podría tener un efecto beneficioso en su imagen de marca. Del lado del comprador, el 48% espera una mejor calidad y el 39% espera una mejor experiencia en el producto.
Por su parte, el 90% de los compradores afirma que prefiere productos elaborados en su propio continente.
Los frenos para el desarrollo de la economía local
La apuesta por la economía local también encuentra obstáculos para su pleno desarrollo. El 70% de las marcas, según este barómetro, que no están en esta corriente, culpan a los mayores costes de fabricación, y el 52% de ellas, a los mayores costes de compra. Para el 41% de las marcas, a estos obstáculos se suma la complejidad de encontrar nuevos proveedores. Muchos talleres han cerrado. Se ha vuelto muy difícil o incluso imposible fabricar localmente algunos productos también porque las materias primas ya no están disponibles… Ciertos oficios expertos han desaparecido en muchos países, y hay que buscar su saber hacer en el extranjero, etc. No siempre es fácil.
Arquitectura comprometida con la economía local, ¿Qué podemos hacer?
Existen muchos problemas que abordar para hacer que nuestro mundo sea más sostenible y eficiente. Pero, ¿qué podemos hacer como arquitectos?
Es innegable que la industria de la construcción tiene un impacto significativo en el planeta. Enormes cantidades de recursos, materiales, agua y energía se explotan, procesan y consumen para la ejecución de una obra. Según Archdaily, en Brasil, por ejemplo, los residuos de construcción representan entre el 50% y 70% del total de los residuos generados.
El uso de materiales obtenidos de materias primas locales y que usen procesos que involucren poca energía, reducen sensiblemente el impacto ambiental. El uso de materias locales redunda en menores tiempos de transporte, reduce el consumo de combustible y la contaminación ambiental.
El concepto de economía circular busca también cambiar este paradigma, al igual que la economía local. Está inspirado en mecanismos naturales que funcionan en un proceso continuo de producción, reabsorción, reciclaje, autogestión y regulación natural, donde los residuos son el insumo para la producción de nuevos productos.
En plug&go creemos en una arquitectura corporativa que forme parte de esa economía circular, cuya filosofía consiste en diseñar y construir, además de siguiendo los conocidos criterios de sostenibilidad y eficiencia, desde el comportamiento cíclico de los elementos y materiales, que se reutilizan, reciclan o transforman en cada nuevo uso, de modo que la materia se optimiza.
Una prioridad en la agenda de todos los profesionales de la arquitectura corporativa debe ser el uso de recursos materiales naturales para crear entornos de trabajo saludables.
Este post es solo una invitación a repensar, a cambiar la forma en que pensamos sobre las cosas. Romper paradigmas, incluir nuevos materiales y soluciones.
También nos referimos a la reutilización de edificios para nuevos propósitos: transformar fábricas en oficinas, hoteles en viviendas, y así. Desde el diseño arquitectónico, también es posible crear edificios que puedan tener una mayor flexibilidad para todas las etapas de su vida útil y diferentes usos.
También nos interesa, y mucho los materiales amigables con el clima, así como el concepto de minería urbana, que significa recuperar material del enorme stock de edificios ya construidos y que necesitan mejoras.
En lugar de ser una industria atrasada, que consume mucho y depende de recursos naturales cada vez más escasos, la construcción tiene el poder de convertirse en un impulsor de cambio que impactará en muchos otros campos.
Este futuro dependerá inevitablemente de una mayor conciencia de nuestro impacto en cada acción que tomemos. Por lo tanto, además de pensar y construir edificios sostenibles de alto rendimiento, es esencial considerar el bienestar y preocupaciones de las personas, involucrándolas especialmente en los procesos.