Arquitectura verde, oficinas integradas en la naturaleza y que nos conectan con ella

Las ciudades están cambiando. Estamos viendo el auge de conceptos como modularidad, versatilidad, usos múltiples y microliving, es decir, una forma de vida que en los últimos años están adoptando los profesionales jóvenes que quieren vivir en lugares bien conectados y a los que no les importa el tamaño de su vivienda. La ubicación céntrica caracteriza al microliving y es una ventaja para quienes quieren tener desplazamientos más cortos. 

Y todo ello bajo el paraguas de un urbanismo sostenible y un tipo específico de arquitectura: la arquitectura verde. También y especialmente en oficinas.

La arquitectura verde ayuda a promover espacios más sostenibles, a reducir la temperatura en las urbes y mitigar la contaminación, y en general promueve un urbanismo cercano y donde la naturaleza se disfruta sin salir de las ciudades.

A veces una planta es suficiente para recordarnos la conexión innata que los seres humanos hemos desarrollado a lo largo de los siglos por el entorno natural. Queremos recuperar esa relación, también en el lugar donde más horas de nuestra vida pasamos, la oficina.

KONICA MINOLTA – plug&go

Personas y naturaleza, conectadas en el espacio de trabajo

Por ello, la arquitectura corporativa ya no se entiende si no es “verde”. Por lo menos, este es el planteamiento de plug&go. Entornos laborales de una tenue complejidad, flexibles, modulares e integrados con la naturaleza.

Trabajar con materias primas naturales e investigar las innovaciones materiales que pueden circular completamente en el ciclo biológico, son dos prioridades en las que se está poniendo el foco, por ejemplo.

Pero la arquitectura verde no es solo una forma de hacer arquitectura, de proyectar y de construir teniendo en cuenta variables de impacto medioambiental. Ni mucho menos una tendencia. Es un estilo de vida.

La arquitectura verde transforma la arquitectura para crear un entorno más habitable y más sensorial, donde todo lo que rodea está conectado, naturaleza y ser humano.

El ser “verde” no es únicamente usar estos colores o sembrar árboles alrededor de nuestro edificio o en el interior de la oficina. Este modo de vida va más allá. Aunque bebe de la sostenibilidad, este tipo de arquitectura busca la integración de la vida cotidiana de las personas en la naturaleza, y en comunión con el resto de los seres vivos. Por ello, tiene en cuenta especialmente el bienestar emocional de las personas.

Edificio ANBOR – plug&go

Precursores de la arquitectura verde

“Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra, palparla, olerla”, dijo el pintor, escultor y proyectista César Manrique. También otro de los grandes, Alvar Aalto convirtió al paisaje en su inspiración. “La forma debe tener un contenido y ese contenido debe estar vinculado con la naturaleza”.

Aunque no fueron los únicos, Aalto y Manrique fueron dos precursores de la creación en contacto con la naturaleza, de la arquitectura verde.

Ese vínculo con la naturaleza condicionó en gran medida la manera de entender la arquitectura de Frank Lloyd Wright, considerado como el mejor arquitecto norteamericano del siglo XX. “Una arquitectura que se desarrolla desde dentro hacia afuera en armonía con las condiciones de su ser, diferenciándola de aquella que viene aplicada desde afuera”.

Lloyd Wright pensaba que la arquitectura orgánica que defendía debería ser apropiada para el tiempo y el lugar donde iba a ser creada, de acuerdo con los estilos de la vida y las necesidades de las personas; usar los materiales y procesos disponibles en ese momento; y también ser vanguardista a la hora de hacer una planificación medioambiental.

Solo así, surgen espacios conectados, que buscan la convergencia entre trabajo colaborativo, sostenibilidad y hábitos saludables. Oficinas con propósito.